0. La Fábrica de Agencias

Yo he vivido el camino del emprendimiento desde que era un niño, siempre he tenido esa necesidad creativa de hacer crecer un proyecto y hasta que me casé con el marketing digital, era un emprendedor serial que siempre estaba detrás de crear un nuevo proyecto, hacerlo crecer, aburrirme, venderlo y pasar al siguiente.

Aunque este podcast no va de mi historia, sino de la tuya, ya que en futuros episodios, te pediré que compartas tus mejores y peores experiencias. Te pediré que compartas los atolladeros por los que estás pasando y así, por un lado te desahogas y por otro encontramos una solución juntos.

Así que, como para poder recibir, hay que dar, hoy quiero contarte mi historia; igual te identificas o igual estás pasando por un momento en el que piensas que estás en una situación complicada de salir. Quédate que en este resumen muy resumido: de cada uno de mis emprendimientos, por cada vez que tuve que empezar de cero, siempre obtuve un aprendizaje, así que realmente nunca empecé de cero.

Si hablamos de mi carrera en ventas, empezaríamos hace 27 años; sí, estaba yo en el cole y nos enseñaron a hacer pulseras de cuentas en una clase llamada “educación para el trabajo”. Pues me dediqué todo un mes a crear las dichosas pulseras para obtener mi primer fracaso como emprendedor.

Una semana más tarde, se me ocurrió regalar con las pulseras unas imágenes de Salserín, un grupo de música venezolano que eran los Justin Bieber del momento, y así fue como aprendí la importancia del valor diferencial. Vamos, para los menos entendidos, que mi producto era una mierda, pero logré darle ese algo que faltaba para venderlo como churros.

Al año siguiente, nos enseñaron a hacer velas aromáticas, pero eran complicadas de hacer manualmente en cantidades, así que reuní a 16 compañeros y entre todos hicimos 100 velas, que vendimos por Navidad a los familiares; no había cumplido 10 años y sin saberlo, había entendido la importancia de contar con un equipo de producción y ventas.

Así pues, el rebelde de la familia salió de casa a los 17 años y encontré mi primer trabajo: el único trabajo por cuenta ajena que he tenido y tendré en la vida, porque recuerdo que cuando hice cuentas, tenía que trabajar hasta los 40 años con suerte para tener mi primer coche. Sí, estamos hablando de Venezuela, y de la Venezuela pujante de hace tiempo.

Pues con muy poco dinero, un ordenador más bien malillo y muchas ganas, empece mi primer emprendimiento adulto: hacía los trabajos universitarios de los estudiantes y les enseñaba cómo defenderlos en las exposiciones. ¡Buaffff aquellos tiempos! Me tocaba redactar 6 trabajos con perspectivas de pensamiento distintas por 4 duros; pero allí aprendí lo que ahora conservo como una de esas monedas de oro del aprendizaje: no necesitas dinero para hacer dinero, lo que necesitas es una buena idea, buen sentido del humor para afrontar las dificultades y la absoluta convicción de que lo vas a lograr.

Este negocio me llevo al de las series de televisión en DVD. Sí, era como el Netflix de la época, para que nos entendamos, este fue el primer negocio que me acercó al marketing digital, ya que se vendía en un marketplace rollo Amazon llamado MercadoLibre.

Pero resulta que tratando de escalar este negocio me di cuenta de que uno de los gastos más grandes que tenía y que, por lo tanto, tenía mi competencia, era la impresión, por lo que decidí cambiarme de sector vendiendo sistemas de recarga continua. Eran unos dispositivos que permitían que las impresoras se recargasen automáticamente desde unos frascos de tinta. Y te preguntarás: ¿por qué este cambio de dos modelos de negocio tan diferentes?, y la respuesta es muy sencilla: las recurrencias. Con este negocio entendí la importancia de no depender de clientes nuevos, sino de los mismos que necesiten regresar a por más.

Pasaron un par de años y el negocio creció tanto que estaba teniendo problemas para surtirme, mis distribuidores eran un desastre con los tiempos de entrega, ya que el acceso a las divisas en mi país era muy complicado.

Desde siempre he sentido mucha ansiedad por no poder cumplir los plazos a mis clientes, por lo que empecé a investigar las maneras para importar directamente estos productos desde China. No habían pasado 6 meses cuando me di cuenta de que yo podía ayudar a solucionar todos estos problemas de distribución a otras empresas, y un año más tarde me había mudado a Panamá, donde cree un negocio de importación y exportación donde yo solito llevaba 12 departamentos, trabajando más de 14 horas diarias haciendo conexiones de mercancía entre Caracas, Miami, Panamá y China. 

Aquello fue tan bien que decidí que sentía que me había realizado como profesional a los 28 años, había comprado algunas propiedades que me permitían vivir modestamente de rentas y decidí mudarme a España a vivir de ellas: había aprendido que ya había vivido para trabajar y ahora quería vivir.

No había llegado a cumplir los 30 cuando se me cayó el castillo de naipes que había montado. Aunque quizá te parezca ilógico, empecé literalmente a enfermar, por no trabajar. Ansiedad, depresión y problemas existenciales varios porque, sencillamente, no sabía cómo parar de hacer cosas, pero a su vez, tampoco me apetecía hacer nada similar a lo que había hecho.

Aunque para entonces ya tenía 9 años de experiencia vendiendo por internet, creando y manejando mis propias webs, no fue hasta el 2015 que conocí formalmente el Marketing Digital y quedé enamorado. Sabía que había encontrado mi vocación porque ya no tenía que generar nuevos negocios para satisfacer mi necesidad creativa, pues podía ayudar a otros emprendedores y empresas a escalar las suyas.

Así que me puse manos a la obra: junté a un equipo de diseñadores y programadores en Venezuela y así fue como nació La Fábrica de la Web, una agencia de marketing digital, como ninguna otra; una agencia que ofrecía diseños alucinantes; una agencia que rompería el mercado con sus precios justos; en definitiva, una agencia que se comió una mierda, así mismo, un mojón así de grande se comió (no me estáis viendo las manos, pero las estoy abriendo muy muy grande)

A ver, no es que fuese mal, quizá te identifiques, quizá no, pero para mí, tener una agencia de marketing digital, atendiendo clientes uno a uno, no es un modelo escalable ni de chiste, es un modelo de negocio en el que puedes, con suerte, vivir bien y pagar las facturas. Pero ese niño de 8 años que vendía las velas aromáticas no soñaba con pagar las facturas.

En 2020 ya sabrán lo que pasó: pasó que los clientes dejaron de llamar por todo el temor inicial del COVID. Con toda esa energía creativa que tenía enfocada en hacer crecer otros negocios y provisto de todo el poder que te pueden dar meses de ocio, comida reconfortante y muchas horas en ropa interior, decidí invertirlo en crear uno nuevo, si, volver a empezar 

Por la época me eché pareja (sí, somos de esas parejas pandémicas) y en ese ejercicio inicial de noviazgo en el que se intercambian cromos de las películas que han visto para revivirlas juntos, le recomendé ver “The Founder”, que si no la has visto, es una tarea indispensable ir a verla tan pronto termines este podcast. Pues no sé si lo sabes, pero el creador de McDonald’s estuvo a punto de quebrar porque su negocio de franquicias no era rentable.

Para no hacerte mucho spoiler, un asesor financiero se le acercó y le dijo “su problema es que usted no sabe en qué sector está; usted no está en el sector alimentario, usted está en el sector inmobiliario. Un imperio no se crea ganando un 1.4% de una hamburguesa de 15 centavos, se crea siendo el dueño del lugar donde se cocinan esas hamburguesas”

En uno de esos fantásticos momentos de eureka me ericé y pensé:

¿Cuál es la base de toda web? ¿Cuál es ese producto o servicio que todo proyecto digital necesita sí o sí? ¿Cuál es ese producto o servicio que me ha dado tantos quebraderos de cabeza estos años? Pero más importante aun: ¿Cuál es ese producto o servicio que, reuniendo todas las condiciones anteriores, no ha evolucionado significativamente en las últimas dos décadas?

Y fue entonces que lo tuve clarísimo: el hosting. Así que si tienes una agencia o, en definitiva, haces webs, te voy a devolver el mismo favor que me hicieron a mí. “Tu problema es que no sabes en qué sector estás, tú no estás en el sector del diseño o la programación; tú estás en el sector inmobiliario. Un imperio no se crea ganando un 600€ pago único de una web, ni siquiera se crea vendiendo servicios adicionales que consumen tu tiempo; un imperio se crea siendo el dueño o subarrendando el lugar donde se desarrolla ese negocio”

Así que desde entonces, junto con mi equipo, he dedicado mañanas, tardes, noches y muchas madrugadas en crear un servicio de hosting como nunca se ha creado antes; donde unificamos las facturas de múltiples gastos que puede tener un emprendedor, empresa o agencia en un solo lugar.

En él he incluido todas las funcionalidades que me habría gustado tener en un hosting cuando tenía la agencia. Mes a mes incluimos más herramientas que vamos comprando por el camino y nos comprometemos a incluir todas las que nuestros usuarios nos propongan a futuro, ya que al nacer de la idea de re-evolucionar el sector, estamos en la contante búsqueda de no quedarnos atrás.

y Aunque nuestro gran valor diferencial está en ser los más rápidos del mercado, y no porque lo diga un influencer o paguemos por un anuncio, sino porque lo garantizamos en el precio, también incluimos más de 8000 plugins y plantillas, mantenemos legalizado tu banner de cookies, ofrecemos 4 garantías diferentes de devolución de dinero y decenas de otras funcionalidades que únicamente encontrarás con nosotros.

Y continuamos la historia después de esta turra publicitaria.

Volvamos al planteamiento inicial: la escalabilidad. Aunque todos los clientes son bienvenidos a nuestro hosting, faltaba más. Nuestro foco principal es el de ser un referente para las agencias, somos un servicio de hosting creado por una agencia de marketing para las agencias de marketing y ese es otro gran valuarte: las entendemos.

Las agencias hacen mucho trabajo manual y quieren tomar tanto el trabajo de Pepe que solo quiere gastarse 500 euros en la construcción, que el de Maria, que igual puede invertir 3000. O peor aún, rechaza el trabajo de Pepe porque no merece la pena, cuando la verdad es que, si miras de cara a futuro, de cara a las recurrencias, ambos pueden generarte exactamente lo mismo en anualidades; aunque hablaremos de ello con profundidad en el siguiente episodio, nuestra propuesta está en llenarte de herramientas para que hacer el trabajo de Pepe no te cueste más de 48 horas que luego te generará recurrencias año tras año.

En la unión está la fuerza, y para nosotros ser escalables tenemos que hacerte escalable a ti; es por ello que hemos creado este podcast, hemos creado una red social hecha por y para amantes de WordPress y queremos crear contigo un sistema en el que crees modelos de negocio de copiar y pegar que puedes vender por tu cuenta, o incluso venderlo a través de nuestro hosting y ganar recurrencias sin hacer más que el trabajo inicial; pero insisto, me estoy yendo al capítulo 2, regresemos a definir el podcast.

En 2014 conocí AppSumo, una plataforma en la que venden software con licencias de por vida, es decir, la pagas una vez y no pagas mensualidades nunca más. De estas herramientas me vas a escuchar hablar muchísimo en este podcast y canal de YouTube. 

Gracias a esta plataforma tengo un laboratorio de marketing que me permitió evolucionar a transformador digital y donde he podido ayudar a empresas a automatizar y mejorar sus procesos con muy poco.

En este podcast hablaremos de las mejores herramientas Lifetime y del cómo podemos usar estas herramientas en nuestros negocios. Además, en nuestra web contamos con una galería de estas herramientas que nos permite crear licencias ilimitadas, las tenemos a la venta, pero también las utilizaremos para concursos e intercambios de propinas digitales.

¿Y qué es una propina digital? Comparte, síguenos, comenta, refiérenos y, si lo necesitas, compra una de estas herramientas; iremos marcando hitos y con cada hito, las regalaremos o sortearemos.